Te miro y no creo, que me hayas robado
Pequeño ladrón, ya te has escapado.
Me dio mucha pena atraparte, qué faena;
Sin embargo chiquillo, en tus ojos hay un brillo:
¿Debería quitarte mi cartera de tus manos sucias, ladrón?
¿Quitar la alegría de este pequeño niño-ratón?
¿Negarte la comida, dejar pasar tu huida, como veterana tarada, la cual al robarle quedó pasmada?
No, niño callejero.
Se que vives en un chiquero.
Aún así vuelvo a preguntarme: ¿Obré bien al dejarte escaparte...?