Te miro y no creo, que me hayas robado
Pequeño ladrón, ya te has escapado.
Me dio mucha pena atraparte, qué faena;
Sin embargo chiquillo, en tus ojos hay un brillo:
¿Debería quitarte mi cartera de tus manos sucias, ladrón?
¿Quitar la alegría de este pequeño niño-ratón?
¿Negarte la comida, dejar pasar tu huida, como veterana tarada, la cual al robarle quedó pasmada?
No, niño callejero.
Se que vives en un chiquero.
Aún así vuelvo a preguntarme: ¿Obré bien al dejarte escaparte...?
Dedico esto a todos los niños ladrones, y las mujeres bondadosas del Uruguay.
ResponderEliminarCuán emotivas y sinceras tus palabras, Martha!
ResponderEliminarSiempre tan comprometida de la realidad, tan enamorada de la vida... una vez más resalto mi admiración hacia tí, querida.
Afectuosamente, Su.
Martha, dejas un sentir muy profundo en los bellos versos de tu poema, gracias por compartir.
ResponderEliminarSaludos afectuosos.
Leonor